Echándole una mano a la fauna de Cabo de Gata

Hace ya muchos años que pusimos nuestra mirada en una antigua torreta eléctrica abandonada y ruinosa, situada en uno de los lugares más privilegiados y mejor conservados del Parque Natural Cabo de Gata-Nijar: Las Amoladeras.

Se trata de un transformador que antiguamente albergaba los motores de un pozo hoy en desuso, quedando la torre abandonada como testigo de antiguos proyectos de regadío que por suerte no se llevaron a cabo en la zona.

Torreta abandonada Amoladeras

Se encuentra en una zona prioritaria de conservación, situada entre dunas y azufaifos (Ziziphus lotus), en una zona esteparica, donde son típicas y abundantes especies de aves como la ganga ortega, el alcaraván o el alcaudón común, por reseñar algunas.

Azufaifo Amoladeras

Sin embargo, no pasa lo mismo con especies de aves rupÍcolas y cavernÍcolas, es decir, aquellas que hacen sus nidos en el interior de oquedades en roquedos, pues en esta zona llana y abierta, son muy poco abundantes.

Es por ello que en el año 2013, y con el objetivo de favorecer también la presencia de este tipo de aves, decidimos instalar varias cajas nidos, con la idea de transformar este viejo transformador en una “torreta de vida”. En total se instalaron tres cajas en el exterior, una en la cara norte, otra orientada al levante y otra al poniente, además de otra más en el interior.

Tras varios años instaladas, podemos decir que la experiencia ha sido un éxito. Ya el primer año, una pareja de grajillas (Corvus monedula), una especie oportunista donde las haya, ocupó una de las cajas nido, la de poniente, y desde entonces ininterrumpidamente ha sacado pollos todos los años.

Caja nido grajillas

Un año más tarde, en 2014, se instalaron dos nuevos inquilinos. El cernícalo común (Falco tinnunculus) y el gorrión común (Passer domesticus). El primero se instaló en el nido exterior situado a levante, mientras que los gorriones prefirieron meterse en la del interior. Como la grajilla, ambas especies has sacado pollos todos los años, siendo en el caso del cernícalo, una media de tres por año.

La caja norte fue la última en colonizarse y tuvimos que esperar hasta cinco años para verla ocupada. En 2018, por fin, una pareja de mochuelos decidió meterse en su interior y al igual que el resto de especies, hemos comprobado que la reproducción ha sido exitosa.

Además de estas especies, también nidifica en la torreta la golondrina daúrica (Cecropis daurica), por los que actualmente son ya cinco las especies que allí podemos encontrar por lo que podemos asegurar que se ha tranformado en “una Torre llena de vida”.

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