En la actualidad los anfibios están considerados el grupo de vertebrados más amenazado a nivel mundial. Aproximadamente un 32% de las especies de anfibios está en peligro, frente a un 12% de aves y un 23% de mamíferos. La causa de este declive generalizado se debe en gran parte a la destrucción directa por parte del ser humano de los hábitats que ocupan. La mayoría de nuestros anfibios, eligen preferentemente charcas de carácter temporal y de dimensiones reducidas, en los que no abundan predadores de gran tamaño, y en los que se desarrolla temporalmente una gran abundancia de alimento. Se trata de un hábitat extremadamente frágil y muy vulnerable al deterioro por las actividades humanas.

Muchas veces este tipo de charcas son poco valoradas, incluso a veces se ven como insalubres. De este modo, en los últimos años hemos visto como muchos de estos lugares han sido transformadas en abrevaderos, fuentes o depósitos de agua, con el fin de favorecer a la agricultura, la ganadería o las especies cinegéticas, la mayoría de las veces en detrimento de la vegetación y la fauna acuática que allí habitaba.

Esto es lo que ha sucedido en Velefique. Esta es la historia de cómo se han cargado una población de sapo corredor (Bufo calamita), un anfibio no especialmente abundante en la Sierra de los Filabres 

Amplexo de sapo corredor en una pequeña charca temporal, hábitat típico de esta especie
(Foto: Emilio González-Miras).

La Fuente de lo Alto en Velefique está, como bien indica su nombre, casi en la cumbre de su sierra, a 1750 m de altitud. Allí hasta hace muy poco, el agua de la fuente manaba y formaba una pequeña charca en la que se reproducía el sapo corredor.

Fuente de lo Alto en 2007. El agua que nace entre las rocas, se acumulaba en una pequeña charca
(foto: A. Benavides www.conocetusfuentes.com).

La charca, aunque era pequeña y estaba muy colmatada, mantenía una gran biodiversidad. Además del citado sapo corredor, también había varias especies de libélulas y otros invertebrados, así como vegetación de interés, como Carex camposii, una planta hidrófita endémica de la Sierra de los Filabres y Sierra Nevada.

La charca aunque colmatada, aún mantenía bastante biodiversidad (Foto: Emilio González-Miras).

Desde luego la charca necesitaba ser acondicionada. Una retirada manual del barro, profundizarla un poquito más, incluso vallarla parcialmente para evitar el pisoteo de cabras y jabalís, hubiera sido estupendo. Una buena práctica que habría favorecido la biodiversidad, manteniendo su funcionalidad como abrevadero para el ganado domestico y silvestre.

Sin embargo se ha optado por una mala solución. Esto es lo que nos hemos encontrado este año. El nacimiento de agua ha sido "capturado" y enviado a un abrevadero de nueva contrucción. Un abrevadero que jamás utilizará el sapo corredor, pues no le gusta este tipo de medios, pero que tampoco creemos que lo haga ninguna otra especie de anfibios, pues no han tenido ni siquiera el detalle de ponerle una rampa exterior.

Fuente de lo Alto en 2014. La charca ha sido sustituida por un abrevadero de dificil acceso para los anfibios
(Foto: Jesus Contreras).

Las cabras y ciervos tienen un nuevo lugar donde abrevar, pero los anfibios han desaparecido. La vegetación higrófila esta secándose y las libélulas han dejado de revolotear por el lugar. Cabras 1 - Anfibios 0.

Este es un ejemplo más, de como una actuación que en principio se piensa que puede ser beneficiosa, termina siendo perjudicial. Todo por no asesorarse bien.

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