Es evidente que a lo largo de estos últimos veinte años las playas de nuestro pueblo se han equipado con servicios para la higiene humana: papeleras, duchas, letreros informativos y maquinaria para la separación de residuos sólidos de la arena con sus correspondientes operarios, lo que está bien, siendo incluso una prioridad entre las distintas corporaciones municipales dotándose de un presupuesto y organización nada despreciable.

Pero los modelos y sistemas de mantenimiento de playas van cambiando y deben cambiar los nuestros para que sean unas playas lo menos estresadas posibles, lo que podemos llamar idealmente como playas explotadas de forma sostenible, consiguiendo alargar en el tiempo todas las ventajas de su disfrute para todos los vecinos residentes y nuestros visitantes.

Por tanto deberemos tener un nuevo planteamiento sobre qué tipo de playa queremos. Nuestras playas son singulares con unas características propias, no tenemos por qué convertirlas en playas al estilo de Cádiz o Huelva.

En otras zonas mediterráneas donde las playas soportan una gran presión turística y local, añoran lo que fueron sus playas hace unas décadas, incluso los visitantes en encuestas de las empresas turísticas describen como querrían las playas, coincidiendo con el modelo tradicional natural no desarrollista, intentando hacerlo compatible con el disfrute actual, y así proceder a las correcciones con la colaboración de especialistas de distintas disciplinas.

Nuestro modelo tradicional natural de playa debe pasar por la conservación restauración de la flora asociada autóctona que siempre ha tenido nuestra estepa litoral,podemos copiarla de nuestro último reducto de playa con vegetación como es la de Cerrillos-los Alemanes, hasta hace poco aguantaba incluso en la Bajailla y algunos sectores de la urbanización. Vegetación que no molesta para ninguna actividad ni lúdica ni turística de la costa, dándole un aspecto de lo que es un paisaje bien conservado, con sus floraciones estacionales y sus tonalidades que contrastan con las arenas. No sería lógicamente un jardín más, sería una vegetación silvestre recuperada autóctona.

Los primeros metros de la playa a partir del rompeolas deben tener los componentes naturales que el oleaje y las corrientes depositan en esta zona, y no es señal de suciedad, todo lo contrario, señala, identifica, una playa saludable medio ambientalmente hablando, el lijo o restos de posidonia con sus gallos y bolas de lijo que junto con algas de todo tipo defienden la costa enlenteciendo sus movimientos de arena, se mezclan en el lijo pequeños crustáceos y moluscos, que las aves limícolas agradecen, recuperando los olores característicos de nuestro rebalaje, así igualmente estarían agradecidos nuestros turistas que pasean en busca de conchas ya inexistentes en nuestras playas por su excesiva limpieza.

Han ido desapareciendo en cantidades alarmantes de nuestra arena las piedras, el chinorro y las chinas de tamaños superiores al diámetro de un cigarrillo, apareciendo unos arenales monótonos y cada vez más mezclados con limos que parecen tierra sucia, produciendo el mar una erosión y un movimiento de materiales cada vez mayor en nuestras playas, exponiendo a los primeros metros de costa en caso de temporales a un gran peligro de inundación marina, todo ello provocado por un exceso de limpieza con máquinas, que no devuelven lo extraído a la playa, se une a ésto la falta de materiales aportados por las ramblas, debido a los peinados constantes a las que son sometidas para la extracción de áridos.

Estamos a tiempo de conservar lo que nos queda cambiando el sistema de limpieza, no se puede seguir cerniendo la arena de la playa con un cedazo como el de las máquinas limpia playas, que repito han cumplido su función en el modo anterior y que ya no es viable. No solo se han limpiado las playas de lijos, algas y residuos sólidos (basura), con estos materiales se arrastran diariamente toneladas de arena en sus distintos calibres, incluso de pocos milímetros, que van adheridos por la humedad a la posidonia y que no se devuelven a la playa, perdiéndose paulatinamente la extensión y cantero de playa, siendo el problema más acuciante por dejar la costa indefensa.

Con la realización de nuestras fiestas populares en la playa, como las Moragas y sobre todo la noche de San Juan que ha degenerado en una quema indiscriminada de palet de madera, palos, etcétera, en cantidades salvajes fuera de toda lógica festiva, se están aportando restos y cenizas que acaban mezclados con la arena. Siendo por tanto necesarias unas restricciones a unas prácticas innecesarias para el divertimento.

La inclusión de palmeras, juegos recreativos y la reciente instalación de alumbrado con gran alcance, no hace sino alejar la playa de su función natural, refugio y descansadero nocturno de aves, y aleja a las personas de su respeto al ser contemplada como un parque urbano arenado y no como una playa.

El control sobre los dueños de los animales en este espacio es imprescindible para evitar los excrementos en la arena, siendo las campañas emprendidas constructivas pero necesitan mayor control.

Como es lógico hay que aportar soluciones y estas traen cambios que hay que adaptar y financiar: un retén con la maquinaria actual es necesario, para grandes avenidas de ramblas o restos marinos por grandes temporales o una acumulación anormal de restos, unos tramos de playa necesitaran unos tratamientos distintos a otras según su uso turístico, sea verano o invierno, paraje natural, o playa céntrica.

El resto de la limpieza como se está haciendo en algunas islas españolas se debe hacer a mano, al igual que se hace en algunas playas de espacios naturales protegidos, con varios equipos distintos de personas que avanzan diariamente en hilera con bolsas y el equipamiento adecuado para ello, haciendo una recogida selectiva, recogiendo exclusivamente residuos sólidos urbanos o marinos impropios de la playa, bolsas, recipientes, papeles, cajas de pesca, botellas, restos de comida, etc. Para las colillas y otros residuos de pequeña dimensión será necesaria una campaña específica de información con letreros y distribución de recipientes, dentro de la campaña permanente y genérica para la educación y concienciación ciudadana en el mantenimiento de una playa bien conservada.

Se debe efectuar un protocolo de actuación donde poco a poco se corrijan los errores del nuevo sistema y la incorporación de las aportaciones de los técnicos y operarios que trabajan a pie de playa desde hace años, con la colaboración de biólogos o técnicos medioambientales.

La Delegación de Medio Ambiente no debe desentenderse participando junto con el Ayuntamiento para la aportación de su experiencia en el tema, financiación, y los medios de control para saber si la playa rescata los indicadores biológicos que denotarían su recuperación.

Estas líneas tratan de ser solo pautas a seguir y “corregir”, insistiendo en que el modelo y los métodos de limpieza que se realizan actualmente en las playas de Roquetas de Mar cumplen su función pero no son sostenibles desde hace años, es por tanto urgente cambiarlos con las precauciones oportunas y sin menoscabo de los puestos de trabajo.

Nuestras playas necesitan descansar, y las de los Parajes Naturales deben estar inmediatamente exentas de maquinaria para su limpieza.

Gracias por vuestra atenta lectura y críticas.

Gabriel José Cara Rodríguez, a nueve de octubre de 2009.

 

Un comentario

  • Totalmente de acuerdo.
    Nos encontramos en plena emergencia climática y debemos ahora, más que nunca, cuidar el litoral para no alterar la dinámica de las mareas y poder conservar los hábitat de humedales y estepas litorales naturales, para que ejerzan su efecto amortiguador de las mareas e inundaciones, depuren las aguas litorales y recarguen el acuífero con aguas de calidad, y sean sumideros de CO2.
    Respetemos las condiciones naturales y tengamos una visión más amplia. No somos los dueños de las playas ni del planeta. Estamos de paso.

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