Uno de los aspectos a los que hay que prestar más atención durante el hacking es la alimentación. Si queremos que este resulte exitoso hay que ser muy meticulosos en este aspecto. A los pollos hay que ofrecerles alimento a diario y es fundamental controlar, sin que te vean, que todos están bien, que comen lo suficiente y que no sobra comida dentro del nido.
En nuestro caso estamos alimentando a las lechuzas con ratones congelados de tamaño medio (10‑15 g). Este es el tamaño ideal para nuestros pollos pues, al no ser demasiado grandes, pueden comérselos enteros, evitando tener que trocearlos. Por supuesto antes de ofrecerselos hay que descongelarlos, por lo que 24 horas antes dejamos en el frigorífico los ratones que les vamos a dar al día siguiente.
Una vez descongelados, llega el momento de introducirlos en la caja nido a través del tubo de PVC que la caja tiene en uno de los laterales, lo que evita, tal como explicamos en la entrada anterior, que las lechuzas puedan ver a las personas que las alimentan.
Se les da de comer una vez al día, intentando que sea más o menos siempre a la misma hora. En nuestro caso es entre las 20:30 y las 21:00 horas.
Como ya explicamos, la caja nido tiene instaladas en interior dos cámaras de visión nocturna que controlamos a través de nuestros teléfonos móviles. A estas cámaras se pueden conectar varios móviles a la vez, lo que resulta muy satisfactorio para los voluntarios que nos acompañan, pues pueden observar a las lechuzas sin molestarlas, comprobar que todos los pollos están bien y ver si se comen todos los ratones.
Al principio comenzamos ofreciéndoles 3 ratones por día a cada lechuza, es decir 12 ratones en total, pero pronto vimos que se los comían muy rápido por lo que finalmente decidimos darles 4 al día (16 en total).
Esto es algo más de lo que comerían en condiciones naturales, pero hemos visto que se lo comen sin problema y no sobra comida, y hemos de tener en cuenta que es bueno que las lechuzas tengan algo de reservas, pues las primeras semanas en libertad pueden ser duras.
Al final del día y para llevar el control de ingesta diaria y el estado de los pollos, el grupo de voluntarios rellena la ficha en la que se anota la cantidad de comida ofrecida, si sobra o no, y cualquier observación realizada acerca de los pollos.
Por ahora todo va según lo previsto. Continuaremos alimentando a los pollos hasta que comprobemos que son autosuficientes y han aprendido a desenvolverse por sí mismos en el medio natural.